Las cronicas de un mentiroso

Era cerca de las nueve y media cuando bajamos de la estación de tren, hace dos días atrás, le habían informado a mi madre como su abuelo había fallecido, ella se encontraba bastante triste, yo en cambio, no lograba compartir su mismo sentimiento, nunca lo conocí, incluso, nunca conocí a nadie de mi familia materna. Apenas llegamos, fuimos recibidos por un pequeño coche que nos llevaría hacia la mansión, anteriormente, la casa de mi bisabuelo. Fue un viaje incomodo, nadie se tomaba el valor de dar la primera palabra, así que todo fue silencio absoluto. Cuando llegamos, mi madre tomo un respiro y me tomo de la mano.

­­—Ian, mira, dentro conocerás mucha gente nueva, te los iré presentando de a poco, cualquier cosa rara o inusual, me avisaras ¿okey?
—Lo mire un poco confundido pero asentí— si mamá…         
Entramos a la casa, y enseguida vino gente hacia nosotros. Un señor alto y gordo, tenía un bigote grueso, y cejas despeinadas, el miro a mi madre y le saludo con un abrazo, luego me miro y dijo:
—Dios mío, ¿Verónica? ¿Es este tu hijo?  —Dijo mientras se pellizcaba el bigote con los dedos—
—Exacto, este es Ian, mi segundogénito  –dijo mientras me miraba y acariciaba mi cabeza—
—Hola, soy Ian Breeth, ¿y usted es?
—Es un gusto, soy Henry, tu tío. Lamento las circunstancias en la que nos conocemos, mi niño.
 

Lo mire y asentí incómodamente, el solo se volteo y hablo con mi madre, mientras sacaba un cigarro y fumaba. Luego de él, llegaron dos señoras, una claramente más joven que la otra, una muy bajita, y la otra con un sombrero muy extraño.  La bajita, media casi lo mismo que mi hermana, tenía los ojos llorosos y oscuros, posiblemente se le había corrido el maquillaje por tanto llorar. La otra mujer, se me acerco con cara de desagrado.  La mire incómodo y luego baje la vista, tratando de ignorar esa pesada mirada. La mujer bajita se me acerco y tomo mis mejillas.


—Tú debes ser Ian. Soy tu tía Lucía. Te he esperado mucho tiempo y temía que algo les pasara en el camino, como un choque del tren o un asalto ¡Qué horror!
 
Mi madre parecía extrañamente acostumbrada. Suspiro, miro a mi tía y la consoló con palmadas en la espalda.
Luego de esto, volví mí vista hacia la señora mayor, la del gorro extraño. La observe y le dije:
—Hola… mucho gusto, soy Ian
—Hola, soy Aspen, tu tía abuela. Hija mayor del difunto.
 

Mire a la señora algo incómodo, y luego mi madre me dijo que fuera a ver la casa. Mire el pasillo y fue corriendo a él. La casa era enorme, sentía que me demoraría una semana entera en tan solo recorrer todo el lugar. Fui caminando cuarto por cuarto, hasta que llegue a uno en el que me encontré a dos hombres idénticos. Ambos me saludaron, yo di un pequeño salto del susto y ellos sonrieron levemente:

—Soy el sr. Román, y él es mi gemelo, el sr. Rubén
—Mucho gusto  —dijo el otro hombre— ¿tú debes ser el hijo de Verónica no?  -Asentí aun algo desconfiado- Somos sus primos, llámanos tíos, no son necesarias las formalidades
—Claro que lo son
—Pff… tonterías
 
Yo solo asentí  y trate de alejarme lo más rápido posible, debo admitir que conocer gente nueva no es lo mío, y más aún si es en un velorio. La ropa era molesta, toda la gente que estaba allí era desconocida, y estaba aburrido, ¿podía pasar algo peor? Baje unos pequeños escalones y llegue a la cocina, sentí un aroma muy agradable y me acerque al horno. En ese momento, una señora mayor toco mi hombro, yo me voltee y la salude:

—Hola…
—Hola jovencito, ¿debes ser Ian no?  –Ella se acercó al horno, saco unas galletas y las puso sobre un paño– ¿quieres una?, están recién hechas, así que todavía están algo calientes, pero muy buenas, eso te lo puedo asegurar. Soy Briana, la criada del hogar.   -Briana era una viejita encantadora-
                                                                                                                                    
Le sonreí más calmado y tome una galleta, estaban deliciosas. En ese momento llego mamá, y al ver a la Sra. Briana, hizo algo que no había hecho en todo el día, tener una sonrisa genuina. Abrazo a la señora y dijo:

—Oh Sra. Briana, cuanto tiempo, no sabe cuanta falta me ha hecho.   –Luego mi madre me miro y dijo— Ian, ella es tu abuela   —La señora quedo asombrada y negó entre risas—
—No, no mi niña, no soy nada más que su nana.
—No diga tonterías, señora Briana. Usted ha sido la única que ha cumplido ese rol; Ha sido como una madre para mí, más que mi madre biológica.
— Y que en paz descanse…
 
Después de esa pequeña charla entre mi madre y la Sra. Briana. Llego la hora de enterrar al difunto, mi bisabuelo. Todos nos formamos y salimos junto con la tumba. Algunos lloraban, otros miraban hacia abajo tristes, y luego estaba yo, totalmente neutro. Trataba de sentirme mal, pero no podía, no lo conocía, no sabía de qué sentirme triste. El entierro fue más rápido de lo que pensé, nos dieron nuestro cuarto para pasar la noche y acomodamos nuestras cosas. Madre se nos acercó a mí y a mi hermana y dijo:

—Mañana por la mañana, tomaremos el primer tren de vuelta a casa, ¿okey?
—Madre, mañana leerán el testamento del bisabuelo  —Mi hermana (Katia) fue interrumpida por mi madre—
—Por eso mismo, nosotros no estaremos presentes aquí…
— ¿Pero porque?   —Dije, confundido. El funeral era el último momento para despedirse, el último momento antes de empezar a olvidar todo lo que podría haber sido de esa persona. ¿Por qué nos iríamos? La lectura del testamento era parte de ese proceso, ¿no?—
En ese momento, mi padre entro al cuarto y dijo:

—No le discutan a su madre, ella tendrá sus motivos para querer irse de aquí, algún día entenderán el motivo por el cual nos alejamos de esta gente.

Mi hermana abrió los ojos, y dio un suspiro pesado, parecía haber captado lo que mi padre quería decir, en cambio yo, seguía sin entender cuál era el motivo de “riesgo” en el que supuestamente nos encontrábamos. Fue una noche tranquila, la cama era muy cómoda, dormí bastante bien, lo único molesto fue escuchar a un perro ladrar a las 2 de la madrugada. Nos despertamos temprano por la mañana del siguiente día, dispuestos a irnos lo antes posible. Cuando teníamos nuestras maletas listas, y el dinero a mano para los pasajes, la Sra. Briana llamo a mi madre para charlar, dijo que sería algo pequeño, así que ella fue. La curiosidad me mato, parecía algo serio, así que las seguí:

—Mi niña, ¿te vas tan pronto?
—Lo siento Señora, pero usted sabe que no puedo estar más tiempo aquí.
—Ella tomo sus manos, acariciándolas con sus arrugados dedos pulgares, y dijo— Lo sé, y lo entiendo, pero… quédate, quédate solo para el testamento. Tu abuelo te quería mucho, él te extraño con locura después de que te fuiste, sabes bien que él quería que estuvieras presente… no lo hagas por ellos, hazlo por él, hazlo por mí. Deja que lean el testamento, y luego se van, por favor Verónica
 
Vi el rostro de mi madre, pasó de estar nerviosa y afligida, a acceder. Ella apretó las manos de la Sra. Briana y dijo suavemente:
—Nos quedaremos… pero después del almuerzo partiremos, ¿entendido?
 —Si mi niña, descuide, con el hecho de que se quede a leer el testamento, me basta  —Dijo con una pequeña sonrisa satisfecha—
 
Salí de mi escondite rápidamente y volví con mis hermanas y mi padre, unos segundos después, apareció mi mamá diciendo: “Dejen las maletas en los cuartos, nos quedamos”. Todos miraron confundidos a mi mamá, pero no protestaron y fueron a dejar las maletas. Mientras que ellos ordenaban las maletas en los cuartos, fui a la cocina a hablar con la Sra. Briana.

—Hola Señora  —dije mientras le sonreía—
—Hola Ian, ¿Cómo te encuentras?
—Bien creo, Sra. Briana, ¿puedo hacerle una pregunta?
—Claro, soy la nana, todos pueden contar con la nana  —Dijo mientras sonreía—
—Reí levemente y me le acerque— Quiero entender, porque mi madre es tan distante de su familia… nunca conocí a ninguno hasta hoy, y todo esto es demasiado confuso
—Oh, ¿Por qué me preguntas esto a mí?   —Dijo la viejita mientras se sentaba en una silla de madera—
—Porque creo que usted es la única persona razonable en este lugar, y preguntarle a mi madre directamente no es una opción
—La señora suspiro pesado y se levantó a hacer un té, luego se volvió a sentar y dijo—
—Mira Ian, tu árbol familiar tiene las raíces podridas, pero las decoramos con flores de plástico para poder convivir…
—La mire más confundido de lo que ya estaba y ella sonrió, para luego explicarse—
—Tu familia guarda muchos secretos, cuenta muchas mentiras, y apenas tu madre se enteró de aquello, decidió alejarse y buscar una vida mejor, una en la que se hablara con la verdad, y no viviera constantemente en este teatro, donde cada quien lleva su propia mascara.
–Tomo un respiro y tomo un sorbo de su te para luego proseguir—
Todo eso, ha hecho que tu madre guarde rencor a ellos. Tu bisabuelo, fue el único que le mostro su verdadera forma, por eso, es la única razón por la cual tu madre quiso venir al funeral.
—Mire a la Señora Briana asombrado, y algo triste, el hecho de pensar en lo que había tenido que vivir mi propia madre, era decepcionante—
— ¿Aún son así?
—Tan solo míralos, en algún momento, dedícate a ver lo que dicen, como se miran, como se hablan, y tú mismo responderás esa pregunta. Lo que sí, te aconsejo mirar atentamente, son personas difíciles de analizar, han hecho esto por tanto tiempo, que ya les sale natural…
 
Salí de la cocina con más preguntas que respuestas, fui a la biblioteca, donde estaban todos reunidos, ahí fue cuando me propuse a analizar a cada uno de los presentes, pero la Sra. Aspen (mi tía abuela) me tomo de los hombros y me detuvo.

—Ahora leerán el testamento, no pueden haber niños presentes  -Dijo mirándome seria-
Di un paso atrás y salí. La Sra. Briana me miro unos momentos e hizo una mueca, luego se me acerco y me susurro: “Sígueme” Me cruce de brazos y la seguí, ella entro al cuarto de al lado, y por una pequeña puerta me dejo pasar. Entramos hacia donde estaba el resto, yo detrás de ella, y ella me escondió en un closet que había cerca.  Yo le agradecí solo con una sonrisa, y ella se fue con el resto.

—Bien, creo que todos estamos aquí, será mejor que partamos con la lectura del testamento  -Dijo el tío Rubén mientras hacia un gesto con la mano. En ese momento, entro un señor alto, bien arreglado, y con un pequeño maletín en su mano derecha-    Él es Mr. Vincent, abogado de mi abuelo, nuestro difunto.
 
El señor extendió el maletín y saco un sobre de papel. “Este es el testamento del Sr. Breeth” Dijo mientras enseñaba el sobre. En eso, la criada, negó con la cabeza, y saco un sobre por dentro de una caja fuerte que se encontraba en el salón. “No, este es el testamento” Todos la miraron confundidos, y luego el sobrino de mi bisabuelo, mi tío Brandon, saco otro sobre; “¡Para nada!, ¡eso es imposible!, el mismo me lo dio, la última vez que lo vi, ¡este es el real!”
 
Todos se miraron entre sí, hasta que mi padre dijo:
—Es imposible que hallan 3 testamentos… ¿no será el mismo?, léanlos   -Dijo mi padre tratando de calmar la situación-

El primer testamento, mostraba como la casa, y los bienes estaban repartidos entre sus dos hijos, mi abuelo y mi tía abuela, la Sra. Aspen.
El segundo testamento, nombraba como todos los terrenos de mi bisabuelo iban directo hacia mi madre y hermana pequeña, mi Tía Lucia.
Mientras que el tercero, demostraba como iba hacia mi madre, y sus 2 primos menores. (Mi tío Rich, y mi tía Julia)
 
Esa fue una noche agotadora, apenas escuche eso, Salí del escondite y fui a mi habitación, junto con mis hermanas. Nuestros padres estuvieron aproximadamente dos horas en aquella “reunión familiar”, al salir, mi madre frustrada empezó a sacar la ropa de las maletas.
    ¿Qué haces ma?  -Dijo mi hermana confundida-
    Nos quedaremos  -Respondió ella enojada-
    ¿Qué? ¿Por qué?
    ¡Porque todo esto es una farsa!, todos mienten, todos nos engañan, y no sabemos bien en que confiar
 -Hablo alterada, mientras alzaba sus brazos y se quitaba el peinado que traía puesto- ¡ahora todos a dormir!
Al día siguiente, desperté temprano, la tensión aún rondaba por toda la casa, como una bruma densa que parecía envolvernos. Decidí salir al jardín para despejarme un poco. Mientras deambulaba entre los arbustos y las flores secas, escuché murmullos provenientes del invernadero. Me acerqué sin hacer ruido y pude ver a mis tíos Román y Rubén hablando en susurros. Rubén ascendió, mirándolo con la misma seriedad.
—Exactamente. Si logramos que mamá (la tía abuela, Aspen) respalde nuestra versión, tendremos la confirmación del abogado asegurada, y será considerado como el testamento real.
 
Sentí un escalofrío recordándome el cuerpo. ¿Por qué tanto interés en dividirnos? Era claro que no se trataba solo del dinero, sino de algún rencor antiguo que desconocíamos. Volví a mi habitación, decidido a contarle a mamá lo que había oído. Después de escuchar a mis tíos Román y Rubén conspirar en el invernadero, me escabullí de regreso a la casa, el corazón latiendo a toda velocidad. La idea de contarle a mi madre lo que había oído me inquietaba, pero era necesario. Había algo oscuro entre ellos que necesitábamos descubrir, y si alguien podía entenderlo, era ella. Al final del almuerzo, mi madre se levantó y con voz firme pidió hablar con Román y Rubén a solas. Mis tíos intercambiaron miradas incómodas, pero aceptaron. Yo me quedé cerca, lo suficientemente lejos para que no me vieran, pero lo suficientemente cerca para poder escuchar con claridad.

—Me parece curioso, primos, que insistan tanto en que su testamento sea considerado el válido —comenzó mi madre, cruzando los brazos—. Ayer se dejó claro el desprecio de ustedes por mí y mi hermana, podre ser más joven que ustedes, pero para nada estúpida. ¿No será que solo quieren asegurarse de que nosotros no recibamos nada?
Yo mire la escena confundido, ¿escena de desprecio?... ¿en qué momento ocurrió todo esto?
—No te lo tomes a mal, prima  -Dijo uno de los gemelos, mi tío Román- pero bien sabrás que nosotros solo buscamos seguir con el legado, y pensamiento que tenía nuestro abuelo, queremos mantener esa parte de él viva, siguiendo lo que él quería de esta familia. Y nosotros somos los indicados para tal tarea.

— ¿"Seguir el legado"? —Repitió, incrédula—. Ustedes nunca lo conocieron realmente. Solo quieren aprovecharse de sus bienes porque su madre nunca los pudo obtener. ¿De qué "herencia" hablan si ustedes jamás entendieron quién era él en realidad? Él era un buen hombre, no solamente un ser humano con el bolsillo adinerado.
Román soltó una risa amarga y empresarial, mientras asentía con la cabeza, como si las palabras de mi madre le parecieran una ingenuidad.

— ¿De verdad, Verónica? —Respondió, entrecerrando los ojos—. ¿Crees que aquí se trata de quién conoció al abuelo "mejor"? Qué romántico. Sabe bien que este mundo no funciona así. Él era un buen hombre, sí, pero no era muy práctico. Y nosotros somos quienes hemos estado aquí todo este tiempo, en cambio tú, apenas tuviste la oportunidad, te marchaste, dejando a toda tu familia como un simple recuerdo.
—Ninguno de los dos tiene derecho a opinar sobre mis decisiones. Ahora, digan la verdad, ¿ese testamento es real, o solo lo inventaron ustedes por su propio beneficio?
—Ambos gemelos se miraron y dijeron al unísono— Este testamento es la solución. Es el progreso de nuestra familia.

Yo mire confundido la escena, trate de buscar algo útil para mi madre. La Sra. Briana me miro preocupado y dejo un archivo encima de la ventana. Lo tome, y lo abrí, solo para notar que eran un montón de copias sobre aquel testamento. Algunas tenían sinónimos, o borradores diferentes. Esta podía ser nuestra evidencia, demostrando que ellos mentían. Después de aquella discusión, le mostré los documentos a mi madre, y desmintió uno de los testamentos. A la mañana siguiente, el cuarto de los gemelos estaba vacío. Baje las escaleras, algo decaído. La Sra. Briana, quien era la única despierta en ese momento, me miro y dijo:

—Ian, ¿lo hiciste?
—Creo que hice lo correcto  -La señora Briana me sonrió y acaricio mi cabeza- Pero sigo sin entender, ¿Por qué me ayudo?, si tenía esa información, ¿porque no lo hizo usted antes?
—Ian, mi niño, tu eres el único que puede desmentir a esta familia tan cruel, y eres el único que nos lograra salvar de este mar de mentiras. Por eso mismo tengo un encargo para ti… —yo lo mire curioso y ella me respondió— en la antigua habitación de tu abuelo, hay dos libretas escondidas bajo su librero, toma la llave, entra, y lee esas libretas…
— ¿Por qué yo?
Ella suspiro, mirándome con ternura y una seriedad que no era fácil de ignorar.
 —Porque eres joven, tienes una mente abierta y un corazón valiente. Solo tú puedes ver las cosas desde una perspectiva diferente. Eres el único que puede ver realmente las raíces de nuestra familia.

Yo asentí con pesadez y use la llave para entrar al antiguo cuarto de mi difunto bisabuelo. La habitación era un museo de recuerdos; muebles llenos de polvo, unos cuantos manteles desteñidos, y una gran pila de libros arrinconada en algo que se podría llamar “Un librero de mal gusto”. Me agache para mirar bajo el, y encontré una pequeña caja de zapatos.

 Saque la caja, soplándole el polvo que estaba sobre ella, y la abrí. Dentro había dos libretas, una con muchos dibujos y algunas palabras, y otra con muchas oraciones escritas por mi bisabuelo. No sé cuánto tiempo estuve encerrado en esa habitación, lo único que sé, es que fue lo suficiente como para que mi padre empezara a buscarme.


—Hijo, ¿Dónde estabas?, te llame muchas veces para almorzar.
—Disculpa, me encontraba muy concentrado, y no lo note…
Fue un almuerzo incomodo, nadie se dirigió la mirada ni una palabra en toda la comida. Pero la verdad, con todo esto que estaba pasando, era mejor así. Al terminar el almuerzo, me escondí en mi cuarto a releer todas las páginas de las libretas, y tome una decisión fija. Finalmente, decidí que la noche sería el momento adecuado. Cuando todos se hubieran retirado a sus habitaciones, buscaría a mi madre y le contaría todo. Ella necesitaba saber la verdad, y era mi deber ayudarla a enfrentar lo que venía. Esa noche, mientras el silencio se instalaba en la casa, me armé de valor. Sabía que la verdad podía ser una espada de doble filo, pero era lo que necesitábamos para romper las cadenas de la mentira que las antiguas disputas y rivalidades habían formado. Era la única forma de ser conscientes de que todos somos unos mentirosos. Llamé a la puerta, sintiendo un nudo en el estómago. Después de un momento, ella abrió.

—Ian? ¿Qué pasa? —preguntó
—Mamá, necesito hablar contigo, es sobre mi bisabuelo   —ella me miro seria y me dejo entrar— Encontré dos libretas, -comencé, explícito, necesitaba que mi madre entendiera la importancia y urgencia del asunto- ya sé cuál es el testamento real…
Mi madre se quedó inmóvil, tratando de procesar lo que acababa de decir. Su mano tembló un poco mientras cerraba la puerta tras
—Ian, ¿estás seguro de esto? ¿Sabes lo que significa? —preguntó en un susurro, como si alguien pudiera oírnos a través de las paredes. —
—Sí, mamá. Leí la libreta de principio a fin, y mi bisabuelo dejó muy claro cómo quería repartir las herencias. Y aquí esta textualmente escrito de como él sabía que sabotearían su testamento final.

Mi madre respiró hondo, como si intentara calmar una tormenta interna. Se sentó en la cama, tapándose el rostro con las manos. Suspiro pesado y me miro seria, y enojada, pero no conmigo, si no con quienes eran los culpables de todas estas confusiones.
—Esto no es solo una disputa familiar —dijo en voz baja—, esta es la prueba que estamos rodeado de gente sin cordura, gente que no se rendirá hasta estar ahogada en dinero. —Levantó la vista, mirándome con determinación—. No vamos a permitir esto, no podemos dejar que nos pisoteen, y menos dejare que pisoteen la voluntad de mi abuelo. Hablaremos con un abogado, les mostraremos la evidencia, y demostraremos cual es el testamento real.


Esa misma tarde, contactamos a un abogado de confianza. Nos sentamos en el salón de la casa, esperando en silencio, escuchando solo el tic-tac del reloj y los susurros lejanos de algunos de nuestros familiares. Algunos entre risas, otros curiosos, y otros juzgando con cada mirada y suspiro que soltaban. Finalmente, el abogado llegó y, tras eso, hablo suavemente:
—Esto es más de lo que esperábamos, empezare la investigación inmediatamente, con esto creo que me será suficiente para lograr la desmentir uno de los 2 testamentos restantes.  –Dijo mientras miraba la libreta-
 
Mi madre y yo intercambiamos una miradas, y ella me dijo que fuera a mi cuarto. Mientras subía las escaleras, podía escuchar las burlas, o murmullos de algunos.
 “Quizás ella solo hace esto por la herencia, ¿viste que era ella quien estaba presente en dos de los testamentos?, que hipócrita, ¿Quién podría hacerle algo así a su propia familia?”
 
Llegue a mi cuarto, solo para recostarme sobre mi cama y llorar, dios, me entristecía bastante, el hecho de pensar que las mismas personas que nos recibieron con una sonrisa y un millón de abrazos, ahora nos apuñalaban la espalda entre palabras e insultos, era tan agobiante. No me sentía enojado, en absoluto, me sentía débil, me sentía demasiado vulnerable, me sentía… traicionado. Traicionado por las mismas personas que creí empezar a conocer. Entendía a mi madre, entendía su dolor, su molestia, podía comprender porque se quiso alejar y desaparecerlos a todos de su vida.
 
Tres días después, eran próximo a las 11 del día, cuando el abogado nos reunió a todos. Cuando todos estábamos ya presentes, él dijo las siguientes palabras:
—Tras una pequeña investigación entre mi equipo y yo, hemos logrado descifrar el testamento legítimo, y también quien fue la persona que falsifico el otro…
 
Todos nos quedamos tensos, cada uno mirando al otro. Era un campo de guerra, cualquiera de los presentes podría ser tu enemigo, solo que aún no estábamos al tanto de aquello. El abogado carraspeo ligeramente y prosiguió:
—Hemos podido deducir, como el testamento legítimo es el del Sr. Brandon, el sobrino del Sr. Breeth. Según sus propios deseos, hemos confirmado que el dividirá su dinero entre Verónica, Rich y Julia, nietos del Sr. Breeth, nuestro difunto.
 
 El abogado se acercó a mi madre y le entrego el documento: “Hizo lo correcto” Eso fue lo último que dijo antes de volver a la atención de todos:
—Para concluir, quiero informar, el autor del otro testamento falso, la persona culpable de este delito vendrá conmigo, conversaremos y veremos si este caso será llevado a tribunal. Ya que es un delito la “Suplantación de identidad”… Le pido a la señora Lucia que venga conmigo, usted, señorita Lucia Breeth, es culpable de suplantar la identidad de su abuelo, creando un testamento falso.

Mi madre miro asombrada a su hermana (Mi tía Lucia). Alguien que parecía tan dulce y sutil, al parecer siempre fue una persona mentirosa, quien nos mantuvo en su engaño por varios días.  Mi tía se empezó a enojar, negándose a ir, tratando de explicar que ella estaba haciendo lo correcto, todos la miraron tristes, pero luego la llevaron con el abogado.
 
Debo admitir, que fueron las semanas más tensas y extrañas de mi vida, hasta hoy en día, puedo concluir que la confianza es algo difícil de entregar, y mucho más difícil de mantener. Después de ese día,  hicieron los trámites necesarios para pasar la casa y la herencia al nombre de mi madre, y sus dos primos menores. Con los meses, todo volvió a la normalidad, con el tiempo, deje de ver a gran parte de mi familia materna, ellos se volvieron nuevamente unos desconocidos para mí. 

Mi madre me dijo que si quería verlos, estaba en todo mi derecho, pero me negaba a ver a gente que me hizo dudar de tal forma, fue una experiencia desagradable, fue una red de mentiras que tejieron cerca de mi cama, cada noche al dormir. Actualmente, la única con quien tengo contacto directo, es con la Sra. Briana. 

Quien vive en una casa cercana a la nuestra… pero a veces, en medio de toda esa lejanía y silencio, me quedo pensando en lo que mi bisabuelo escribió, en su lucha silenciosa por defender lo que amaba. Y aunque esas heridas siguen presentes, cada visita a la Sra. Briana me recuerda que en la verdad encontramos nuestro refugio, que entre todo el engaño, hubo quienes guardaron nuestra historia, quien nos apaño a desmentir lo injusto, y lograr mantener la voluntad de mi bisabuelo. Es difícil pensar, que esa simple frase cambiaria mi vida.


“Oh, querida Verónica, desde el instante en que partiste, mi corazón te extraña profundamente. Saber que los días que me quedarán estarán marcados por tu ausencia me duele más de lo que podría creer. Solo puedo pedirte que te cuides y seas fuerte; en esta familia, la verdad es un valor escaso y la traición ha echado raíces profundas. Lamentablemente, mis propios hijos han tejido mentiras, y temo que tus primos puedan seguir su ejemplo. Pero tú, mi única esperanza, eres quien puede abrirse paso entre las sombras de este linaje. Salva tu esencia, protege tu espíritu y no te dejes arrastrar por ellos…”  Atte. Sr. Breeth   -Tu abuelo. 

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